A veces, Reiki se confunde
con los denominados "curanderos" que usan imposición
de manos para sanar dolencias específicas. Sin querer entrar
en polémicas ni emitir juicios, hay varios aspectos de esta
técnica que merecen comparación con Reiki.
El practicante de Reiki es meramente un canal. Esto implica varias
cosas. Primero, la humildad para reconocer que somos meros instrumentos,
"facilitadores" como se dice en inglés. La energía
que un paciente recibe es la Energía Universal que nos rodea.
No hay una transmisión de energía del practicante
al paciente y en ningún momento el paciente recibe la energía
del practicante.
De esta forma, garantizamos en todo momento que la energía
que recibe el paciente es la más pura, sin mezclarse con
las energías del practicante que pueden tener los aspectos
negativos o desequilibrados de cualquier ser humano.
En Reiki, se subraya una y otra vez que la verdadera sanación
la está llevando a cabo el mismo paciente. Repetimos: el
practicante se limita a canalizar la energía, poniéndola
a disposición del paciente para que la use para lograr su
bienestar.
En Reiki, nunca usamos la palabra "curar". Reiki ofrece
al paciente Energía Universal pero es la responsabilidad
del paciente utilizar esa energía para su bien. Un practicante
no puede forzar u obligar a un paciente en el proceso de sanación.
Finalmente, el uso de Reiki no es un "don" milagroso.
Es una técnica transmitida (ver "De
donde proviene Reiki") de Maestro a Maestro. Nadie nace
con la capacidad de dar Reiki y todos lo pueden hacer. De hecho,
en la sección de "cursos" explicamos como la meta
final debería ser que el paciente aprende el mismo a usar
Reiki para no depender de terceros.
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